“El agua y el bosque son como hermanos, deben estar juntos. Si no hay bosque, no hay agua, y si no hay agua, tampoco hay bosque”, nos dice José Luis Peña, comunero de Pillco grande y presidente del Área de Conservación Privada Bosques de Pumataki, predio que esta comunidad colindante con el Parque Nacional de Manu decidió proteger al ver que los montes y bosques vecinos se iban perdiendo. No fue fácil convencer a la mayoría de hacerlo, sin embargo, hoy ellos están sintiendo los beneficios de esa decisión.

En el amanecer el sol se desdobla y se divide en dos, el cielo se aclara y pone naranja. Las nubes soban los cerros de arriba hacia abajo y de un lado hasta otro sin parar. Este espectáculo es la naturaleza regalándote momentos únicos en el mundo. No todas las mañanas tienen el mismo color, pero sí la misma energía. Estás en el mirador de Tres Cruces ubicado en el Parque Nacional del Manu y lo que tienes al fondo del horizonte es el valle del Kosñipata y más allá la selva de Madre de Dios. Sin saber, estás entrando en uno de los lugares más biodiversos del planeta. Cientos de especies de aves, insectos y plantas le dan vida a este rincón del Perú al que llegan observadores de aves, biólogos y distintos investigadores que buscan seguir asombrándose con nuestro mundo.

A unos kilómetros del mirador de Tres cruces, en donde se encuentra el sagrado Apu Cañahuay (El que lo ve todo), se encuentra Pillco Grande. Esta comunidad de doscientas personas se puso de acuerdo para cuidar sus bosques de queuña. Ellos se dedican a la agricultura y ganadería y no entendían de conservación. La Asociación para la Conservación de la Cuenca Amazónica (ACCA) que trabaja incansablemente en el valle del Kosñipata los apoyó y enseñó cómo empezar a cuidar eso que tanto aman. José Luis Peña era uno de los más activistas. No quería que se haga conservación y se puso contra ACCA. Menos de un año fue suficiente para que este cabecilla, se pasara al otro bando, se diera cuenta que en la conservación estaba el futuro y que estaba en la obligación de cuidar el planeta. Hoy es un defensor tenaz del bosque y de la naturaleza.

El agua abunda en esta comunidad a casi tres mil quinientos metros sobre el nivel del mar. Están rodeados por Pillcomayo, Colquemayo y el Quisquemachay, tres quebradas que llegan con aguas cristalinas para dar vida a sus campos. A pesar de ello, están sintiendo los efectos del cambio climático. Las lluvias caen a destiempo, el frío se siente más intenso, los niños se enferman más seguido. Es por ello que no se confían y seguirán conservando.

La comunidad vecina de Pasto grande taló sus bosques. La tierra no tuvo de dónde cogerse y en menos de veinticuatro meses todo se derrumbó. Tomará decenas o hasta centenas de años para que esas tierras vuelvan a ser lo que eran antes. De eso se dieron cuenta en Pillco Grande y no quieren cometer los mismos errores que ellos. Saben que de eso depende su futuro y la calidad del agua que sus hijos seguirán bebiendo.