“Todo esto eran montañas, hermosas montañas”, recuerda en voz alta Pancho López. Cuando era un niño, esta zona estaba llena de cedros de veinte o treinta metros de altura. Corría mucha agua por las quebradas. La década de los sesenta fue mortal para todas las especies de la zona. Empezaron a destruir el bosque y en menos de dos décadas este cambió de rostro. Sin embargo, desde el 2001, la comunidad campesina de Corosha se dio cuenta de los errores del pasado, empezaron a protegerlo y los montes empezaron a recobrar su verde.

Minutos antes de las cinco de la mañana, Lucas Vega Guivin se cerciora que la batería de su videocámara esté cargada. Todavía no sale el sol entre los montes de la Comunidad Campesina de Corosha y Vega empieza su camino de tres horas hacia el Área de Conservación Privada de Hierba Buena – Allpayacu, dos mil hectáreas de bosques, flores y especies, que son protegidas por esta comunidad ubicada en el departamento de Amazonas. Él es conocido como el filmador de monos choros de cola amarilla. El proyecto de investigación Ecología y Conservación del mono choro de cola amarilla y el programa de educación ambiental de Yunkawasi para conservar primates peruanos, le dieron la grabadora para que registre todos los movimientos de esta especie. Pocas personas tienen el privilegio de Lucas Vega. Sus cientos de horas contemplando monos están reflejadas en sus cuatro terabytes de grabación. Llega al área, coloca su trípode con su pequeña cámara y espera que ellos se acerquen. Sabe en dónde comen, en qué árboles descansan y qué frutas son sus preferidas. Estos movedizos animales le divierten los días. Le encanta verlos jugar. Cuando se jalan la cola y se cogen a manazos. En los años setenta se pensaba que esta especie, que solo se encuentra en los bosques del norte del Perú, estaba extinta. Hoy, después de un trabajo de más de una década por parte de la comunidad de Corosha, estos aparecieron por la zona que han llamado Hierba Buena – Allpayacu.

En el 2001, por decisión en asamblea, la Comunidad Campesina de Corosha decidió conservar estas dos mil hectáreas de montes. Esta designación implicó la prohibición total de realización de actividades ganaderas, agrícolas y extracción de madera, en toda el área. Sin embargo, fue en el 2008 cuando piden su certificación como Área de Conservación Privada. Sin hacer mucha bulla, esta parte del país, el ACP Hierba Buena – Allpayacu, viene aportando a la ciencia. Se descubrieron dos especies de orquídeas y una de ellas fue llamada Epidendrum Francisci en honor a Don Pancho, una de las personas más influyentes y conocedoras de estos bosques.

Los comuneros saben de la importancia de conservar. Hace unos años construyeron una hidroeléctrica que abastece de energía eléctrica a las ciento veintinueve familias que viven en toda la comunidad de Corosha. El agua se convirtió en prioridad. Sin este líquido elemento, no habría luz. ¿Cómo mejorar y mantener la calidad y la cantidad del agua para no quedarse sin energía? Ellos mismos lo vieron. El bosque tiene que estar en buenas condiciones. Estos capturan y almacenan agua. Sin ellos, las quebradas y ríos se quedarían sin esta necesidad. Cuando empezaron a cuidar el bosque y se dejaron ver más animales, entre ellos el mono choro, se dieron cuenta que conservar no era una opción, sino una obligación para todos ellos.

Hace unos años, pocos respetaban a los animales. Les disparaban sin pensarlo. En la actualidad, los pobladores van a contemplarlos. Debajo de esa densa niebla que cubre los montes del ACP Hierba Buena – Allpayacu, los monos choros de cola amarilla conviven con el oso de anteojos, el puma andino, el gallito de las rocas, pavas de monte y cientos de especies que le dan más valor a este rincón de Amazonas. Los comuneros cada vez están más seguros de lo que quieren: conservar sus tierras. Mientras tanto, al fina del día, Lucas Vega Guivin le da más sentido a sus días. Conecta su batería y se acuesta esperando siempre una mañana mejor.

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