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Comunidad Chaparrí

Comunidad Chaparrí

chaparri

Los comuneros muchik de Santa Catalina de Chongoyape han demostrado al mundo, a través de Chaparrí, prodigio natural,  que el progreso en armonía con la naturaleza es alcanzable.

“Para nosotros conservación es proteger la propia vida porque si conservas un bosque, garantizas tu vida y la vida de tu familia”, sostiene  Alindor Culqui, su hablar es cantado como el de todos los comuneros, es hijo de uno de los más antiguos. Junto a él, los hombres van de un lado a otro, sombreros de junco tejido al sol, ojos negros de  mirada inquieta, antiguas gotas de sangre moche reveladas en el tono de piel y la arrogancia del mentón erguido. Cuidan las  más de 34 mil hectáreas de la Reserva Chaparrí,  fórmula pionera del desarrollo sostenible en el Perú que en la actualidad beneficia a 500 personas.

La ficha técnica

Personas de Contacto:

Alindor Culqui

Teléfonos:

074-452299 / 994307813

Correo:

reservas@chaparrilodge.com

Clic aquí para enviar correo

Ubicación:

Lambayeque

Extensión:

34,412.00 Ha

Norma:

R.M. Nº 1324-2001-AG promulgada el 27.12.01

Vigencia:

Perpetuidad

Objetos de
Conservación:

  • Conservación  del Bosque seco ecuatorial
  • Conserva la pava aliblanca (Penelope albipennis)
  • Conservar el Oso de anteojos (Tremarctos ornatus)

Corría el año 1999,  el fenómeno del “Niño” fracturaba puentes, carreteras y tierras de cultivo en la costa norte peruana.  Heinz Plenge, fotógrafo naturalista y comunero de Santa Catalina de Chongoyape explica incansable a los hombres y mujeres la necesidad de hacer conservación para generar ingresos a su comunidad. “¿Ecoturismo? ¿Conservación? ¿Turismo vivencial?” Nadie lo entiende inicialmente, algunos ríen incrédulos, otros se miran pensativos. “¿Cómo un bosque, alejado de la ‘modernidad’ va generar desarrollo?”. No es fácil hacer entender a pobladores que por siglos han vivido relegados de la urbe ya sea por ser mestizos o agricultores, cuyo único valor para la capital radica en ser fuerza de trabajo y en los cultivos que pueden generar.

Las empresas mineras atacan, la tala de hualtacos y algarrobos desviste el bosque, la caza extingue animales que sólo sus abuelos conocen, la ardilla nuca blanca sobrevive en una de sus últimas moradas y los huaqueros profanan  yacimientos arqueológicos.  La comunidad se reúne, aquellas actividades no pueden significar “progreso”, llegan a un acuerdo y entre voces agitadas concluyen que es urgente hacer conservación de su hábitat. El vínculo de hermandad entres sus antepasados con la tierra late en sus genes. Solicitan  entonces Inrena (Instituto de Recursos Naturales)  que su propiedad sea reconocida como área de conservación privada, reconocimiento que les es otorgado en el 2001, convirtiéndose en la primera del Perú.

“Gracias a la conservación estamos por construir prontamente un restaurante ecológico, pues recibimos turistas peruanos como turistas del mundo” explica Alindor, animado. De todos los confines llegan personas fascinadas para conocer esta tierra de historia y diversidad, muchos son observadores de aves. Chaparrí ofrece 230 especies, como la pava aliblanca, en peligro crítico de extinción, la bandurria, el cóndor andino,  el cóndor amazónico, el guardacaballo, el chotacabras, el ayaymama (Nyctibius griseus), ave muy misteriosa, similar a una iguana con alas,  la cabeza totalmente direccionada al cielo, los ojos cerrados en actitud meditante, por las noches su canto tiene entonación de queja, “ay-ay-mamaaa”, en el día semeja a  un centenar de cucharitas batidas. Al escucharla, mimetizada entre los árboles,  el corazón del visitante galopa milenios atrás donde remotos habitantes  de  las culturas Chavín, Moche y Lambayeque ocuparon el sitio oyendo el mismo trino.

Chaparrí es la montaña más alta del área, conocida así  por los chamanes lambayecanos,  el apu tutelar. Cerca de ella, monumentales pirámides de adobe  se confunden con los cerros. El Cerro Mulato alberga petroglifos, mensajes inmemoriales trazados sobre  piedras, interrogantes para científicos y viajeros que acampan u optan por descansar en dormitorios, bautizados con nombres de animales locales “el oso, la pava, el cóndor, el zorro, la macanche, la iguana, el colibrí”. La alimentación,  servicio de guías y acceso a internet está asegurado. Pedro Cáceres Álvarez, el  entusiasta guía de mayor edad, explica pacientemente a los turistas sobre el bosque o acerca de los tallados  hechos  majestuosamente en piedra por manos artesanas del sitio, réplicas grises de iguanas y animales, las madres elaboran  osos tejidos y artes orgánicas.

Día a día, el compromiso de los comuneros se manifiesta con la reforestación de árboles de tara o taya, planta de abundantes hojas, eficaz para la oxigenación, de frutos comercialmente usados en  la tintorería, el Perú es su principal exportador en el mundo. El zorro costeño también ha sido utilizado hábilmente por los comuneros para la repoblación del bosque de algarrobos y dispersión de semillas a través de sus fecas.

Cae la tarde y el sol  flota igual que una yema, rojo, sobre la cresta del bosque, donde especies endémicas han encontrado refugio. Desde la cima de alguna montaña se deja ver  el oso  de anteojos, trepado en ramas, digno de una portada de National Geographic, juega con sus crías. Las serpientes y boas como la macanche, iguanas  y otros reptiles están en peligro de extinción, las cazaban para usos medicinales.

“Queremos que  Chaparrí sea una de las siete maravillas del mundo y que nuestros hijos  lo continúen,  también queremos que Chaparrí sirva de inspiración a otras comunidades”, afirma Alindor. La reserva ganó el concurso nacional de Turismo Rural Comunitario y fue el principal anfitrión de  Turismo de Naturaleza y Aves 2011. Pero sus titulares sueñan con más, tienen proyectado hacer un espacio para la recreación con  campo deportivo, biblioteca, restaurante y  área de apicultura. Ese mismo sueño los llevó a  convertir a Chaparrí en una reserva y en gestar un modelo de vida digna para sus habitantes. (Galia Gálvez)

  • Visítanos

    Chaparrí esta ubicado entre los departamentos de Lambayeque y Cajamarca. Desde el aeropuerto de Chiclayo son aproximadamente una hora y quince minutos de viaje, previo paso por Chongoyape. La vía de acceso es trocha.

    El clima es seco, con lluvias de enero a abril y una época seca entre mayo a diciembre, según lo que quiera ver el visitante. Recuerde llevar su protector solar, lentes, gorra, binoculares para que no se pierda de nada y tome agua constantemente para no deshidratarse.

    Desde el 2010 la editora Santillana incluye en sus textos de Ciencia, Tecnología y Ambiente del primer grado de secundaria información sobre el ACP Chaparrí.

  • Ayúdanos a Conservar

    La minería ha intentado en varias ocasiones ingresar al área, sin embargo sus comuneros se mantienen firmes en que el aprovechamiento de la tierra puede tener otras formas.

    Por ello, la mejor forma de ayudarlos, es visitándolos. Existen distintas actividades en las que te puedes involucrar en Chaparrí. Investigación científica a los yacimientos arqueológicos. Investigación científica de aves, Chaparrí brinda 230 especies. A su vez ofrece majestuosos tallados en piedra, réplicas de animales propios del bosque. Las madres y comuneros realizan artes orgánicas.

    Para mayor información visite su páginas web: www.chaparrilodge.com