Personas de Contacto:
Eufemio Illatoma Sánchez
Teléfonos:
943663430
Correo:
apeco_ch@apeco.org.pe
Extensión:
11,549.21 ha
Norma:
R.M. Nº 140-2011-MINAM
Vigencia:
Perpetuo
Objetos de
Conservación:
En esta área se encuentra el oso andino y el mono choro de cola amarilla, especies endémicas y en peligro de extinción.
Desde lo alto de la ciudad de Bagua Grande, los últimos rayos del sol caen en el valle del Utcubamba. Todos los alrededores se tiñen de dorado y como un mensaje del universo se siente la tranquilidad de estar en uno de los lugares más hermosos del Perú.
La Comunidad Campesina de Copallín tiene una avenida principal, una plaza y varias casas en los alrededores. Dicen que hace poco menos de cincuenta años, las sachavacas se veían llegar hasta la plaza, las aves revoloteaban entre los techos, el agua fluía con normalidad y el bosque de las alturas se mantenía intacto. Cuenta Don Eufemio Illatoma, presidente de la Comunidad y responsable del área, que cuando llegó de su natal Cajamarca, a los cinco años, se encontró con un lugar lleno de leyendas y mitos. Cuenta la historia de las sachavacas con orgullo y quiere callarle la boca a los escépticos que aseguran que eso nunca sucedió. “Si no lo has visto con tus propios ojos, será difícil creerlo, pero yo te lo aseguro, antes aquí llegaba todo tipo de animales. No tenían miedo porque nadie les hacía daño” explica sentado en uno de los escritorios de la oficina de la comunidad. En sus manos sostiene un libro antiquísimo, amarillado por el tiempo y manchado por la lluvia, pero legible, muy legible y que alberga toda la historia de la zona.
Don Eufemio fue creciendo rodeado de naturaleza pero con los años la situación empezó a cambiar. La deforestación y la depredación de los animales hicieron que el bosque se ponga en peligro y con ello llegó un problema mucho mayor: al agua estaba en riesgo y ya no había suficiente para todas las comunidades. Empezaron años difíciles, habían diferencias y agresiones entre pobladores y la situación se volvió insostenible. En medio de la agitada realidad, don Eufemio y un grupo de comuneros, decidieron gestionar la posibilidad de convertir una parte de las más de treinta mil hectáreas de territorio que le pertenecen a la comunidad en Área de Conservación Privada. Fue así que gracias a la ayuda de APECO y al fondo semilla, otorgado por la SPDA, la comunidad campesina de Copallín logró registrar 11.549 hectáreas como ACP y mediante una resolución del Ministerio del Ambiente lograron que el área sea reconocida a perpetuidad.
El origen del nombre de la comunidad deriva del árbol copal, que tiene la copa llena; ejercicio de palabras: Copallín. Es divertido cuando lo cuenta don Eufemio, con una sonrisa que no se le borra y el libro bien apretado entre las manos. Cuenta también que al ACP se puede acceder por cualquiera de sus cinco entradas. Limita por la izquierda con la Comunidad Campesina de La Peca; por la derecha, con la Comunidad Campesina de Yambrasbamba; por la parte de abajo con las tierras del distrito de Cajaruro y por la zona alta con el Santuario Nacional Cordillera de Colán. Este último es uno de los límites más importantes ya que se convierte en un corredor de conservación que protege la biodiversidad de la zona. Nosotros entramos desde este último punto y durante la caminata que hicimos hasta llegar al área las emociones se acrecentaban y la cara de felicidad de todos no se borraba. Caminar por esos senderos, toparse con orquídeas y mariposas, detenerse para escuchar el sonido de las aves y refrescarse con la neblina que viene y va son sensaciones que no se olvidan y que se sienten cada vez que uno las trae de vuelta a la memoria. Cuenta don Eufemio que se han encontrado en el área sachavacas, leopardos, osos, gallito de las rocas, tucanes, loros, guacamayos y muchos animales más. “Yo me siento orgulloso de poder ser representante del área y ser integrante de la red de comunidades que tienen ACP. Lucharé siempre para que eso prevalezca porque sé que el problema del agua no es poca cosa. Ahora hay guerra por petróleo, mas tarde ¿habrá guerra por agua? Yo tengo que proteger esto, para mi y para mis hijos. Ahora los animales viven tranquilos y se ha solucionado el problema que teníamos. Esta es una tierra muy acogedora y yo me voy a encargar de conservarla siempre” cuenta orgulloso.
La caminata duró cerca de diez horas y fue imposible no detenerse a admirar al paisaje cambiar de color con la niebla que saluda y se despide; fue imposible no detenerse a sacar los binoculares y esperar pacientes a que aparezca de nuevo el colibrí con el cuello amarillo que tanto impactó; imposible no quedarse callados e inmóviles mientras un trío de gallitos de las rocas movía sus alas color rojo de un lado a otro; gritar con todas las fuerzas hasta que aparezcan de una cueva las aves nocturnas o simplemente contemplar a los loros volver a casa con prisa porque el cielo ya está naranja y el día mágico lleno de historias en Copallín, está acabando.
Desde Chachapoyas toma un auto hasta Bagua Grande y después, en el paradero de carros principal, coge un auto hasta Bagua Capital, ese trayecto te demorará aproximadamente cuarenta minutos. Desde ahí debes tomar otro auto hasta la Comunidad Campesina de Copallín durante cincuenta minutos. Si embargo si quieres evitar tanto trasbordo la empresa Evangelio ofrece servicio de transporte desde Chachapoyas hasta Bagua capital.
La comunidad tiene muchos sueños. Quieren que este mágico lugar sirva para atraer investigadores y estudiantes, sin embargo, necesitan más apoyo para poder concretar sus planes. No te pierdas la oportunidad de conocerlos y visítalos, es la mejor forma de reconocer todos sus esfuerzos por proteger el planeta.