“Me encanta venir al bosque, lo que más me gusta es mirar a los animales y las orquídeas, ir a las cavernas. Yo no me voy a ir de aquí nunca, me gusta estar aquí”, dice Cáztulo Guevara, una persona baja y risueña que llegó a La Perla de su natal Cajamarca en busca de buenas tierras para dedicarse a la ganadería y la agricultura.

Muchos de sus vecinos y amigos ya habían partido por falta de agua en la sierra y se instalaron de a pocos en esta zona del departamento de Amazonas. De sus recuerdos, muy cerca al Parque Nacional Cutervo, Cástulo había oído hablar sobre la conservación, pero no le interesaba eso. Él partía de Cajamarca con la idea clara de sembrar y cosechar y así mantener a su familia. Cuando llegó a Yambrasbamba y vio la tierra de arena blanca que llenaba el lugar y el enorme bosque que impresionaba, su experiencia le dijo que esa zona debería estar destinada solo a una cosa: la conservación.

“Cuando llegué, me instalé en la zona de La Esperanza, en la Florida. Compré un terreno y en el año 1993 me mudé definitivamente. Viví cuatro años en La Florida y luego me mudé a La Perla”. Cástulo se refiere a La Perla de Imaza, ubicada en el distrito de Yambrasbamba. Yambrasbamba es una localidad tranquila de cerca de siete mil habitantes, ubicada al lado de un bosque alucinante de arena blanca. “Me di cuenta que la tierra no era buena y que, por el contrario, la flora y fauna que había en el lugar era impresionante. El bosque tiene una capa filtrante que soporta el agua y la va distribuyendo gota a gota. Ademas, hay quebradas y riachuelos. Toda esa agua nos sirve también para llevarla al pueblo y así todos estamos tranquilos y felices”.

Cástulo es agricultor y en sus manos tiene representadas todas las jornadas que ha tenido en sus cultivos de maíz, frejol, yuca y plátano. De sus cinco hijos, tres estudian en Chachapoyas y cual padre orgulloso cuenta cómo después de mucho trabajo ha logrado sacar adelante a su familia. Cuando Cástulo quiso iniciar los trámites para convertir la zona de “pampa de burro” en Área de Conservación Privada (ACP) sus vecinos no lo entendían, les parecía una pérdida de tiempo y no se animaban a apoyarlo. El principal problema del área eran el arado de ganado en medio del bosque. Además, los campos de café y la extracción de madera estaban poniendo en peligro un lugar mágico en la selva de Amazonas. Cástulo quizo empezar a hacer los trámites para convertir el área en ACP y gracias a la elección de sus vecinos se convirtió en delegado comunal durante cinco períodos. Fue en ese proceso en el que Cástulo empezó a gestionar el área. Gracias a la ayuda de Neotropical Primate Conservation (NPC) con Noga y Sam Shanee a la cabeza fue que se ayudó a legitimizar el sueño de Cástulo de crear un ACP y con ella, garantizar un espacio para la protección de primates.

“Ha sido difícil pero ahora tenemos rondas campesinas, se han rectificado las trochas y se han puesto los hitos”. Cuenta Cástulo con alegría. Ahora el objetivo es poder hacernos sostenibles. En esta zona se han encontrado especies como el mono choro o el ojo de anteojos. Hay venados, colibrí cola de espátula, lechucita bigotona y una gran variedad de orquídeas. La zona de la Perla y la zona de El Toro a pocos kilómetros de La Perla, son espacios mágicos de los que uno se enamora desde el primer segundo. Estar ahí es perderse entre la niebla para que solo cuando esta se disipe descubrir que estás en medio de decenas de especies de orquídeas de todos los colores. Es enrumbarse en medio del bosque en busca del mono choro y quedarse quieto. Sin moverse. Casi sin respirar. Y de pronto verlos. Moviéndose justo encima de ti, bailando encima de ti, tan cuidadosos, tan perfectos. Una mágica criatura en peligro de extinción y que solo se encuentra en los bosques de San Martín y Amazonas de pronto está a pocos metros de ti. Es ir en busca de musmuquis. Esta especie de mono nocturno, tan hermosos, tan curiosos. La zona del ACP Pampa de Burro es magia pura cuando se recorre, una y otra vez.