Personas de Contacto:
Victoria Beatriz Escalante Salazar
Javier Huinga
Teléfonos:
958-243177 / 972-410791 / 982-741591
Correo:
Johing1968@hotmail.com
Ubicación:
Madre de Dios
Extensión:
28.41 ha
Norma:
R.M. Nº 244-2012-MINAM, Fecha de Publicacion 15.09.12
Vigencia:
10 años
Objetos de
Conservación:
Benjamín Huinga era un amante del bosque. Aprendió a vivir de él, cuidándolo y respetándolo. En 1975 llegó a esta zona de Madre de Dios a orillas del río Tambopata. Tuvo una pequeña chacra que la dedicó a la castaña. Trabajó con palmeras para hacer techos para las casas y uno que otro cultivo a menor escala. Ahí le mostró a sus hijos el amor por la naturaleza. Se metían al monte, cazaban para comer y se bañaban en el río por horas. Ellos vivían en Puerto Maldonado pero iban en todas las vacaciones y en sus días libres. Esas experiencias, trepando árboles y metiendo machete al sendero fueron claves para que José Javier hoy sea, junto a toda su familia, un gran conservacionista. Cuida el bosque, siembra árboles y, cada paso que da, es como un homenaje a su padre. Su esposa Victoria lo motiva, le da fuerza y los dos sonríen. “Este es un homenaje a su padre. Él le enseñó todo. Su pasión y amor por la naturaleza. Si no fuera por él, no estaríamos acá”, dice Victoria agradecida.
José Javier y Victoria caminaban debajo de altos árboles de castaña cuando vieron un grupo de monos capuchino blanco brincar sobre ellos. Se quedaron observando, quietos, sin hablar, sin pensar. Tenían tan solo tres años conservando esas tierras que habían sido de don Benjamín. La tala indiscriminada y malos manejos de las tierras hicieron que estos no vengan más por la zona. Esta pareja de conservacionistas se miró y, sin decir palabra, se abrazaron. Todo tenía sentido.
Por entre los árboles de Bosque Benjamín, que llegan a medir hasta cuarenta y cinco metros de alto, vive el oso perezoso, el armadillo, el mono ardilla, el capuchino blanco, el machín negro, el jaguar y el lobo de río. Encuentras además cientos de orquídeas aráceas y palmeras. Ellos viven de la tierra para sobrevivir.
Las manos de José están amarillas y duras como un cedro. Trabajar con castaña te pone la piel como si estuviera embadurnada con mostaza. Los cayos salen por el contacto con el machete y los troncos. Poco a poco quieren ir cambiando las actividades del área y meterse al negocio del turismo vivencial.
Victoria es la persona que más motiva a José. Ella llegó a mediados de los años noventa a Madre de Dios. Se enamoró de José, de la selva y juntó dos excusas perfectas para no irse jamás. Después de trabajar por mucho tiempo en el campo, el Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA) contrató a José como guardaparque de la Reserva Nacional Tambopata. Al comienzo no quería, ella lo convenció. En diez años dentro de la reserva pudo comprender todo lo que su padre le enseñó. Una vez más, todo tenía sentido.
Victoria Escalante es una visionaria. Cuando todos los vecinos en este rincón del Tambopata empezaron a vender sus terrenos, ella compró dos más. Los cuidaría para los monitos decía. Y así sumaron casi cien hectáreas. José la apoya. Se miran y se siente todo lo que se cuidan y aman. Victoria confiesa que si tuviera más dinero, conservaría más. No quiere ver el bosque triste. Por eso todos sus planes de vida están dentro de estos predios. Siembran pequeñas cantidades de cítricos, palta, plátano, aguaje y castaña. Tienen planes de turismo vivencial, para lo que ya están alistando dos cabañas para recibir visitas y tan solo les falta acondicionar los baños. Y harán todo lo posible para mantener alejados a todo aquel que quiera dañar Bosque Benjamín y sus alrededores.
Está ubicado a orillas del río Tambopata. Se toma una embarcación rumbo a la Comunidad de Infierno, en la que estará en aproximadamente una hora y media de Puerto Maldonado. Luego continuará por el río rumbo a Baltimore hasta llegar a Bosque Benjamín. Todo este recorrido le tomará cuatro horas navegando en una de los lugares más diversos del planeta, en la zona de amortiguamiento de la Reserva Tambopata Candamo.
Esta pareja de conservacionistas están buscando ayuda para poder concretar ideas sobre turismo sostenible e investigación que tienen en la zona. Tan solo tienen cuatro pequeñas cabañas y la idea es hacer más.
Necesitan un sistema de tratamiento de agua de río. Ya tienen un tanque.
Es importante la energía. Es por ello que necesita de paneles y lámparas solares.
También la compra e instalación de mosquiteros, bancas y estantes para las cuatro habitaciones.