¨Conectar para desconectar. Puedo deconectarme del tráfico y el ruido de la ciudad para conectarme con la naturaleza. En el momento que más personas descubran eso, también querrán estar aquí¨. Desde pequeño, Mario Vera ha tenido una pasión por el desierto y ha hecho del desierto su hábitat. Desde hace más de veinte años, Mario vive rodeado de arena y viento. A bordo de tubulares, navega sobre las dunas, se desliza sobre ellas como si fuesen olas de arena. Su proyecto de vida es una invitación a compartir su pasión. Su objetivo: que más gente se interne en el desierto y conozca sus diversas facetas y colores.

Decidimos salir en su búsqueda, a la altura del km 253 de la Panamericana Sur salimos de la autopista. Allí, un arco con un arenero colgando en lo alto, recibe a los visitantes que llegan a Adrenarena Park, el ¨imperio de las dunas¨. A bordo de areneros que el mismo construye desde los 18 años, Mario nos internaría en los confines de las dunas y nos regalaría a nosotros y a los demás visitantes una nueva perspectiva del desierto. “Si logro trasladar mi pasión por el desierto a más personas, habrán mayores probabilidades de que estos paisajes sean protegidos”, afirma.

Tras advertir el poder de la imagen, Mario ha hecho de ciertas fotos un sello característico de su recorrido. Lo vimos tirándose al suelo, haciendo que los visitantes salten, que se posen contra el sol para que solo se vean sus siluetas contra el atardecer. Nos contó como anécdota, que una persona vino desde Ecuador tras ver una las fotos que le tomó a un visitante.

Como Mario sabe que son distintas las motivaciones que acercan a las personas al desierto está tratando de aprovechar todo su potencial. En las noches, en el medio del desierto, viene organizando desde retiros espirituales para quienes quieren meditar en el silencio, hasta noches románticas para parejas o fiestas privadas para amigos y empresas. Para los más aventureros, las dunas que alberga la concesión ofrecen pendientes idóneas tanto para expertos como principiantes. Hay también quienes se van desde la concesión, ya sea caminando o a bordo de areneros, hasta la Laguna de Morón, un increíble oasis en el medio del desierto.

Durante nuestra visita Mario nos comentó que el Perú tiene un desierto privilegiado ya que puede ser disfrutado a toda hora durante todo el año pero que requiere de una mayor puesta en valor. Nos explicó que lo usual en todos los desiertos son sus altas temperaturas. En cambio acá nosotros tenemos un desierto privilegiado. ¨Dado que estamos cerca a la costa y tenemos un mar frío, el viento que viene del mar hace que baje la temperatura que usualmente debería haber en un desierto como este, que son 50-60 grados. Sin embargo aquí, con este viento, es como tener aire acondicionado y eso lo hace más placentero. Y también tenemos la ventaja que en la noche, tampoco tenemos los fríos extremos que existen en otros desiertos. Entonces tenemos las cualidades necesarias para disfrutarlo plenamente, durante todo el año y a toda hora¨. Plantea que el DAKAR definitivamente ha ayudado a que más gente se interese por el desierto, en especial los ¨off road¨. No es coincidencia que una de las tres sedes del DAKAR en el Perú, haya sido justamente su concesión. Según Mario, la gente que vino ¨ha quedado asombrada y convencida de que el desierto en el Perú es algo extraordinario¨.

Su energía es contagiosa. Desde el alba hasta que anochece, Mario no para. Coordina directamente con agencias y las personas que van a visitarlo, pone a punto los tubulares y revisa personalmente que todo esté en orden. Luego de manejar todo el día, Mario sigue manteniendo esa energía que lo caracteriza. Manejar entre las dunas, en lugar de agotarlo, lo revitaliza – nos comenta. Así, caída la noche tras la explosión de colores del atardecer, se las arregla para encender una fogata e invitarnos a mirar las estrellas.