“Este es nuestro dorado verde”, nos cuenta Wilson Petit mientras se sube a la canoa que lo llevará hasta la entrada al Área de Conservación Privada Selva Botánica, su lugar. Cuando era niño solía jugar en estos ríos, meterse en el monte, trepar gigantes árboles, disfrutar de la vida de la forma más natural posible. Creció en este rincón de la selva de Loreto y regresó muchos años después, dándose cuenta que sería imposible vivir distanciados. Ahora mira todo lo que tiene alrededor y encuentra todo cambiado.

Wilson Petit nació en medio de estos bosques. Sus padres fueron fundadores del caserío de San Pedro de Mangua y ocuparon estas tierras frente al río Napo desde 1920. Su padre le enseñó a amar a la naturaleza. Recuerda que se metían al monte y era fácil ver al puma, al majaz y a decenas de sajinos dando vueltas por el lugar y alimentándose del bosque. Los delfines venían todos los días a nadar frente a su casa y no le tenían miedo al ser humano. Sin embargo, sus padres fallecieron y Wilson Petit con sus otros siete hermanos tuvieron que protegerse mutuamente. Por estudios, Petit tuvo que irse a Iquitos y así todos fueron buscando la mejor forma de sobrevivir. Pasaron quince años para que se decidiera volver. En una de las pocas visitas que hizo mientras vivía en la ciudad, se dio cuenta que algo estaba cambiando. Los bosques no eran los mismos.

Wilson Petit es de andar lento pero seguro. Habla despacio y te provoca escucharlo. Vive en Iquitos pero cada vez que puede viaja al caserío de San Pedro de Mangua para trabajar en su ACP. Problemas de salud le impiden hacerlo con la frecuencia que quisiera, pero igual es terco y viaja. Se sube a una embarcación, cruza el Amazonas y llega hasta el Napo en diez horas de camino. Viajar en transporte público fluvial es complicado. Nunca sabes bien la hora de llegada y se detiene en casi todos los pueblos. Todo es diferente cuando alquilas un deslizador. En tres horas hace todo el recorrido. Pero esos son lujos que no se puede dar.

Sus recuerdos de niño eran muy intensos. Nada se encuentra como antes. Menos árboles, menos animales. Por ello se puso como meta proteger el bosque para que su familia pueda gozar de la selva como él hizo de pequeño. Saludable vegetación no podía caer en manos de los taladores ilegales. Identificó parches de bosque que no habían sido dañados por el hombre y los compró. Esta parte de Loreto está repleta de especies que en otros lados están siendo depredadas, como el tornillo, la caoba o el cedro. Es por ello, que en 2010 y después de un largo proceso de certificación, el Estado le entregó el reconocimiento de Área de Conservación Privada Selva Botánica. La misión de Wilson Petit recién empezaba.

Caminar por el bosque es encontrarse con árboles de veinte o treinta metros de alto, con caminos llenos de vida, con troncos caídos por la lluvia y el viento, y hormigas trabajadoras que se llevan las hojas para poder vivir. El espectáculo en el atardecer es para sentarse y no hablar. El cielo se pone azul, naranja y amarillo en tan solo unos minutos. Por ahí llegan algunos delfines para cerrar con más alegría el día. Todo esto, Wilson Petit quiere compartirlo con todos. Es por ello que está desarrollando un proyecto para recibir turistas en unos ambientes que está acondicionando en la casa de uno de sus hermanos, muy cerca al ACP.

En San Pedro de Mangua conocen y respetan a Wilson Petit. Saben que está protegiendo el bosque pero todavía no terminan de entender por qué. Es por ello, que está empezando a acercarse a sus vecinos para hablarles de la conservación y lo importante que es comprometerse con ella. Su ACP limita con San Pedro y es importante que todos conozcan esta iniciativa para que la respeten y se integren al proyecto de vida de Petit. Para él no es solo una buena oportunidad para mantener el bosque en buen estado, sino que también es una buena opción, gracias al turismo, para darle mayores ingresos a los pobladores de San Pedro de Mangua. La tarea no es sencilla pero Petit dice que no se cansará, así tenga que seguir viajando más de diez horas para consolidar su sueño.