“No sirve de nada tener mucho dinero si no tenemos agua. No podemos hablar de inclusión social sin pensar en el medio ambiente”, va filosofando sobre nuestros actos, Jarvik Galoc, mientras camina por un sendero angosto que te lleva a la catarata de Yumbilla, una de las cinco caídas de agua más altas del mundo con 895 metros.

Galoc es presidente de la asociación de turismo Yaqu Urco del poblado de Cuispes y es uno de los promotores del turismo y la conservación en la zona. Administra el hospedaje La Posada de Cuispes, desde el que intenta motivar a toda su comunidad para proteger las imponentes montañas que los rodean y cuidar el agua que fluye por sus quebradas. Sus esfuerzos tienen recompensa. Hace tres años, con suerte, llegaba un turista al mes. Hoy tienen un promedio de sesenta.

Galoc nació en Cuispes y sabe perfectamente el valor del agua. Las lluvias se han vuelto impredecibles en esta parte de Amazonas, a una hora y media de Chachapoyas, y a la espalda de la más afamada catarata de Gocta. Los agricultores sufren mucho con las sequías que ahora se presentan. Dos, tres, cuatro semanas sin una gota de agua, es una situación extremadamente complicada para la provincia de Bongará, donde la principal actividad es la agricultura. Desde el 2012, después de conocer a un grupo de exploradores norteamericanos, Jarvik entendió que si no protegían esta maravilla natural, en unos años el agua iba a dejar de llegar generosamente a las alturas de Amazonas. Entonces se asoció con Enrique Laya y crearon La Posada de Cuispes, destacada por su hospitalidad y su sencilla comodidad por la revista National Geographic. Un fortín de pocas habitaciones desde el que se da trabajo a sus vecinos y a las comunidades adyacentes, y desde el que se lucha intensamente para conservar la naturaleza. Todos los ingresos se distribuyen para dar mantenimiento a los caminos, capacitar a la población y ayuda social.

Lo llaman el paraíso del agua. Dicen que además de las conocidas Yumbilla (895), Gocta (771), Chinata (541) y Pabellón (440), en este valle de las cataratas se pueden ubicar al menos unas veinte más. Falta mucho por explorar en estos bosques, donde descansan gallitos de las rocas, osos de anteojos, monos nocturnos, pumas, venados, majás, armadillos peludos, tucanes y el colibrí cola de espátula o maravilloso. Cuando uno camina por Cuispes siente que está en un lugar diferente. Un poblado de apenas 340 habitantes, que te recibe con sonrisas en todas las esquinas, que te moja de pronto con una refrescante lluvia pero que al rato te regala un hermoso cielo celeste y un arco iris que se levanta sobre las montañas. Es por esos motivos y otros muchos inexplicables, que Jarvik y su familia promueven con amor el desarrollo en la zona. “Yo solo quiero que (la gente de Cuispes) en lugar de irse a la costa, se queden acá. Que sean guías, que hagan negocios y que saquen adelante, no solo Cuispes, sino Amazonas”, dice Jarvik, con una mirada tímida que contrasta con su fortaleza para emprenderse en nuevas aventuras.

“Quiero que nuestros hijos y nietos puedan conocer Yumbilla. Que reconozcan a un oso o a un colibrí”, se va poniendo más sentimental Jarvik, que también resalta los innumerables restos arqueológicos pre incas e incas que se encuentran por todos lados. Vaya a visitar Yumbilla y sus alrededores y mójese bajo las cataratas para llenarse de pura energía.