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¿Qué motiva a las personas a la conservación voluntaria en el Perú? 

Un estudio reciente de la British Ecological Society revela que, ante la falta de incentivos económicos, los valores de cuidado, responsabilidad y apego hacia la naturaleza son la principal motivación de los titulares de Áreas de Conservación Privada (ACPs) en nuestro país.  

La conservación voluntaria es un mecanismo que ha ganado relevancia en los últimos años, ya que ha demostrado ser una manera efectiva de combatir la deforestación y contribuye a las metas globales de conservación, como los objetivos 30×30 establecidos por la Convención sobre la Diversidad Biológica en 2022.  

Además, en muchos países en desarrollo depender únicamente de los esfuerzos gubernamentales ha probado ser insuficiente.  

En nuestro país, contamos con más de 130 Áreas de Conservación Privada (ACPs), que son terrenos privados donde sus titulares ejercen la conservación voluntaria.  

Estas áreas protegen diversos ecosistemas, como el bosque bajo amazónico, el bosque nublado y el bosque seco, y son reconocidas legalmente desde 2001.  

Sin embargo, poco se sabe sobre las motivaciones de los titulares de las ACPs para proteger voluntariamente sus terrenos.  

Si bien en diversos países se ofrecen incentivos para la conservación voluntaria como pagos directos, exenciones fiscales y acceso a créditos con tasas bajas, el marco legal peruano no ofrece mecanismos de apoyo para la gestión de los ACPs.  

Es por eso que un estudio de la British Ecological Society, liderado por Rocío De la Lama, buscó indagar en las motivaciones de los titulares de las ACPs peruanas para conservar de forma voluntaria y sin incentivos económicos.  

La investigación encontró que valores como el cuidado y la responsabilidad hacia la naturaleza, llamados valores relacionales, son la principal motivación de estas personas para ejercer la conservación voluntaria.  

Más allá del dinero  

El estudio se basó en 32 entrevistas a titulares de ACPs en Perú. 

Estas entrevistas exploraron la relación de estas personas con la tierra, sus motivaciones para establecer la ACP, las actividades que realizan en ella y los factores externos que afectan su capacidad para alcanzar sus objetivos de conservación.  

La investigación distinguió entre tres tipos de valores que motivan a los propietarios: intrínsecos, instrumentales y relacionales.  

El 80% de los entrevistados destacaron valores intrínsecos, es decir, vinculados a la importancia de proteger la naturaleza por su valor en sí misma, incluyendo las especies endémicas que alberga y el papel ecológico que tiene.  

Por otro lado, más de la mitad de los titulares mencionaron valores instrumentales, que abarcan aspectos como la estética del paisaje, servicios ecosistémicos como el suministro de agua, actividades productivas (agricultura, acuicultura, ganadería) y turismo.  

Finalmente, todos los propietarios expresaron al menos un tipo de valor relacional, como el amor por la naturaleza, las relaciones con animales y plantas y las conexiones familiares, puesto que los titulares locales mantienen un vínculo histórico con la tierra que comenzó en promedio 30 años antes de que se convierta en ACP.  

Por ejemplo, un propietario reafirmó su compromiso con la restauración del bosque de su familia después de que fuera deforestado por invasores, mientras que otro resaltó su conexión con la fauna local y su habilidad para entender su comportamiento en la ACP. 

Asimismo, las personas entrevistadas coincidieron en resaltar valores como gratitud, amor, curiosidad, orgullo y admiración al interactuar con la naturaleza.  

De esa forma, el estudio concluye que las Áreas de Conservación Privadas se convierten en espacios donde los titulares concretan su visión sostenible para la tierra y asumen un sentido de responsabilidad hacia los habitantes humanos y no humanos del lugar.  

¿Te interesa conocer más? Lee la investigación completa en este enlace