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Trece iniciativas de conservación voluntarias que valen un Perú

Escribe Bruno Monteferri

Programa de Conservación – Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA)

Hace 11 años, el fotógrafo Heinz Plenge fue uno de los artífices detrás de la primera área de conservación privada (ACP) en el Perú: el ACP Chaparrí, de la comunidad campesina Santa Catalina de Chongoyape. Al ofrecer cerca del 80% de sus tierras para realizar actividades de conservación, los comuneros de Santa Catalina de Chongoyape marcaron el camino para las 48 áreas de conservación privadas que hoy existen en el Perú y que permiten proteger cerca de 200 mil hectáreas en distintos lugares de nuestro país.

Plenge es propietario de un terreno de aproximadamente 100 hectáreas en el corazón del ACP Chaparrí. Allí, de la mano con los comuneros viene impulsando un programa de reintroducción de la pava aliblanca que se pensó extinta y la reintroducción de osos de anteojos, que hoy pueden ser vistos por quienes visitan el área.
Heinz Plenge y otros doce visionarios fueron reconocidos oficialmente por el Ministro del Ambiente debido a los trabajos de conservación que desarrollan en sus tierras. Se trata de individuos, comuneros y familias, que vienen liderando iniciativas de conservación en distintas partes del Perú, contribuyendo a fomentar la investigación científica, educación ambiental y el turismo en nuestro país.

Pedro Solano, uno de los principales impulsores de la conservación voluntaria en el Perú y actual Director Ejecutivo de la SPDA resaltó que ¨se trata de un reconocimiento a las personas, más que a los sitios de conservación”. Esto nos muestra que gradualmente se está consolidando una ¨cultura de gente que conserva en el Perú¨. El apoyo de las autoridades del Estado es fundamental. En los últimos 4 años, desde que fue creado el Ministerio del Ambiente se han reconocido 34 áreas. Para Rudy Valdivia, Director de Desarrollo Estratégico del Servicio de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP), el reto que se tiene es consolidar estos procesos, para que estas áreas sigan brindando beneficios para las generaciones futuras.

María Arce viuda de Heredia, fue la primera galardonada. Han pasado varios años desde que decidió escaparse del tráfico de la ciudad capital y mudarse a un fundo que heredó en Amazonas, en pleno corredor turístico del valle de Utcubamba. Allí, junto con su hijo Perico han construido un jardín botánico y un cálido albergue para los visitantes. La importancia del área en términos de conservación ha sido comprobada por investigadores que han encontrado una nueva especie de cedro y la ranita bromelia, una especie única que habita la zona. Por su parte, Sixto Revata, también vino de Amazonas en representación de la comunidad de Colcamar. Ellos son los titulares del ACP Huaylla Belén, donde si uno se interna en el monte y espera pacientemente puede observar al mono nocturno y al armadillo peludo, especies extravagantes.

La emoción continuó cuando Roberto de la Torre, presidente de la Comunidad de Atiquipa recibió formalmente el reconocimiento del Ministro Pulgar-Vidal por las labores de conservación que realizan en las lomas costeras más extensas que tenemos en el Perú en pleno desierto arequipeño, y flanqueadas por restos arqueológicos, caminos incas y las frías aguas turquesas de las playas de Chala y Jihuay. Cusco tampoco se quedó atrás y sumó dos nuevas áreas de conservación privadas: el ACP Pillco Grande – Bosque de Pumataki y Bosque Ucumari Llacta. Esta última área manejada por la comunidad de Japu del pueblo Queros, descendientes de los Incas. Otra comunidad campesina que también estuvo presente fue la de Huasta, quienes vienen conservando sus tierras en la microcuenca de Paria en Ancash. La presencia de tres comunidades en la ceremonia muestra el liderazgo que tienen en cuanto a conservación de la naturaleza ya que siguen marcando el camino para lograr una relación armoniosa con nuestro entorno sin que los conocimientos ancestrales adquiridos se pierdan.

Otra de las gratas sorpresas fue la de Juliane Koepcke, única sobreviviente del vuelo 508 de Lansa en 1971, quien se sigue abriendo paso en la Amazonía, esta vez como titular del ACP Panguana, ubicada en uno de los sitios de mayor biodiversidad del Perú y en donde se vienen realizando importantes actividades de investigación.
La ceremonia se cerró con optimismo, mostrando que en los lugares donde existen adversidades también se encuentran fuentes de esperanza. Este es el caso de las cinco ACP que han sido reconocidas en Madre de Dios, una zona que resalta por la inigualable biodiversidad que alberga y también por ser el foco de actividades mineras ilegales que ponen en riesgo este patrimonio. Allí, familias como Wayreauch-Delucchi, Barrientos-Sotelo, Corisepa-Shimbo, Suico-Montes, que vienen marcando la ruta a seguir y demostrando que existen otras alternativas para el desarrollo y la biodiversidad. Las especies silvestres de las zonas son las primeras que han agradecido su liderazgo y cada vez son más las que se ¨hospedan¨ voluntariamente en estos refugios. Los avistamientos cada vez más frecuentes de huanganas y sachavacas en el ACP Inotawa I y II son justamente prueba de ello.

Quienes formamos parte de la Iniciativa para la Conservación Privada y Comunal nos sumamos a este merecido homenaje y nos ponemos a disposición de los titulares y de las autoridades para ayudar a consolidar estas áreas y lograr que su gestión sea más viable. Se trata de esfuerzos liderados por los propios titulares y que en la mayoría de casos vienen recibiendo un importante apoyo por parte de instituciones comprometidas con la causa. Todas estas son parte de esta familia que sigue creciendo y construyendo con cada paso ese Perú que queremos: un país que valora y reconoce su diversidad, conformado por ciudadanos tolerantes y que quieren establecer una relación cada vez más armoniosa con su entorno. Necesitamos que más personas se sumen a esta causa y sigamos aprendiendo juntos a construir ese Perú Natural. Manos a la obra.